Llegando al barrio de Belgrano, con calles arboladas y amplias veredas. A pasos de la cancha de Excursionistas, con tribunas verdes y blancas.
Puntuales tocamos timbre. Es el estudio de un músico que sabe de armonías y reconoce en su guitarra una extensión de su espíritu. Llegamos juntos con Esteban, que saluda y nos invita a su refugio musical. Que luego de ofrecer café nos cuenta que todo está apenas acomodado por las reformas necesarias que acababan de terminarse.
Casi naturalmente alcanza una de sus guitarras. Todo va surgiendo espontáneamente. Sin prisa ni condicionamientos. Luego las palabras que fluyen, describiendo lugares y momentos de su vida. Recostándose en la música de toda la vida.
Con encuentros de su secundaria en el Nacional Buenos Aires -ya mixto- y el valor de haber estudiado para encontrar la música en sus manos. Recuerdos para los inicios, los viajes a lugares como Malvinas, tan sentidos como pocos. Aquellos sitios donde volvería a tocar dentro de una carrera rica, valiosa y merecidamente aplaudida. Hablamos de la calidad del cuarteto tanguero, de la televisión junto a Silvina Chediek, que también en Radio Nacional muestran lo suyo los viernes a las 23, de las figuras a las que acompañó y que lo acompañan.
Descubrimos al tipo que compone, arregla, toca y enseña desde la sencillez y el amor por lo que hace. Alguien que se muestra igual que como suenan las cuerdas de la guitarra, con el sonido genuino de quien lleva” buena madera” en su corazón.