RICARDO SOULE, UN JUGLAR DENTRO DEL ROCK…

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El pasado miércoles 1º de abril en el programa radial EL QUILMERO FM que se transmite en la FM 106.5 y conducen Ana Aispurú y Chalo Agnelli con la participación de Cristina Oller se difundieron dos temas musicales del disco «Soulé en Río Turbio», grabado por Ricardo Soulé en 2004. En esa oportunidad se eligió «El cantar del juglar» y «Blues de Ranelagh». Esto nos retrotrajo al 2003, un año antes de la edición de este disco, en que Cristina Oller y Ricardo Debeljuh lo entrevistaron en su programa «Retratos en la Ciudad» que dio paso a su libro homónimo. RICARDO
CRISTINA OLLER.– estamos muy contentos que estés esta noche con nosotros. 
RICARDO SOULÉ.–  También yo. Por estar con ustedes y tener mi primer contacto con los medios luego de haber estado seis meses viviendo en España. Además, de estar nuevamente en mi ciudad.

Con sus perfumes, sobre todo en ésta época que llega el verano, tilos, madreselvas, jazmines. Me recuerdan mi infancia ¡Tiempos entrañables! 

C. O.-  Es el hábitat que nos identifica… 
R. S.- Si, es indiscutible que así lo siento. 
RICARDO DEBELJUH.– Además de la familia, algo lógicamente normal, ¿Qué cosas de la Argentina añoraste? 
R. S.- Y, los argentinos. Los extraño mucho, a pesar de que cuando uno está acá no se da cuenta. Yo tengo un cariño tan profundo y una identificación tan profunda con la Argentina. Primero por ser argentino, por haberme desarrollado acá, porque mi mujer es argentina, por mis hijos que tienen mucho de esta tierra, aunque
alguno tiene algo de “galleguito” también. Se extraña el lenguaje de los argentinos y hasta la problemática, porque te acostumbraste a lidiar con cosas que no se pueden resolver, pero que finalmente son parte del menú cotidiano. 
R. D.- ¿Cómo fueron los comienzos en la música? 
R. S.- Empecé de muy chico, con una guitarra que me regalaron para Reyes. Había un personaje en la radio, que era lo único que teníamos en esa época, que se llamaba “el pibe cantor”. En el Quilmes de aquel entonces, la gente tomaba el fresco en la vereda, sentada en su silla a la nochecita; y yo me paseaba por el barrio con mi guitarrita a darles “la lata” y a cantarles. Esto me duró una temporada, hasta que mi papá me trajo un violín, y comencé con él. Tenía seis años y no largué mas. Así me fui introduciendo sistemáticamente al mundo de la música. En su momento no me di cuenta, pero seguí hasta hacerme profesional. A los 17, cosa que no me di cuenta tampoco. Por esos años sólo grababan los que tenían acceso a un disco. Y esa suerte la tuve junto a los chicos de Vox Dei. 
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R.D.– De los músicos de aquel momento ¿Qué recuerdos tenés, ya sea, por su autenticidad, por su talento, por la creatividad? 
R.S.- Tengo muchos recuerdos. Tuvimos la posibilidad de contactarnos con personajes que luego fueron emblemáticos. Conocimos a Javier Martínez y Claudio Gabis, cuando recién empezaban. Fue muy fuerte la impresión que nos dio Manal, por estar en una dirección similar. En esa época teníamos contacto físico, sino a través del éter. Nos dimos cuenta que estábamos en una misma corriente, como nos pasó con Almendra, con Arco Iris, con Los Gatos. Esto nos llevó a conocernos. Nosotros a ellos y viceversa. A través de los años se incrementó nuestra amistad. Estuve con Claudio Gabis en Madrid, y con Gustavo Montesano, de Crucis; y pudimos rever nuestros lazos de unión de una perspectiva más desarrollada, por estar mayorcitos todos. Pero con un fondo verdadero. Ahora, es nada más que poner los primeros compases de “Avellaneda Blues”, y decirnos ¡Esto es maravilloso!
R. D.– Es un clásico. Es el tango dentro del rock. 
R. S.- Cuando decís “el tango”, entiendo la figura, básicamente es “lo auténtico”. Te referís a que es un blues totalmente auténtico, en cuanto al argumento. Porque nosotros estábamos acostumbrados a escuchar blues que hablaban de Chicago, y éste blues nuestro habla del Docke, de Avellaneda, de los trabajadores.
R. D.– Del barrio...
C. O.- De lo local, de lo tangible.
R. S.- De lugares muy reconocibles. Por ejemplo, cuando jugaba al fútbol, iba a Dock Sud, y esperaba turno para jugar, ya que participaban varias divisiones. Nuestro equipo jugaba cerca delmediodía y entonces con varios muchachos caminábamos esperando el turno; y les aseguro que veía la descripción que luego hizo Javier Martínez del ámbito y era exacta. 
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R. D.- Esa letra es una pintura fiel del barrio aquel, sin dudas. Pero hay mucho por hablar, sobre la historia, sobre el presente y los proyectos. Si te parece bien podemos escuchar algo de Vox Dei en vivo, lo mandamos Marcelo, dale.
C.O.– Escuchamos “Vueltas y vueltas alrededor del sol” por Ricardo Soulé, en Tucumán. Contá, por favor, lo que nos decías sobre lo que escuchamos. 
R. S.- Resulta que el disco grabado en vivo, sale en una compañía llamada Disc Jockey, que era muy fuerte, y además, argentina. Era una época donde la industria nacional era una realidad. Donde no todo era importado. Yo soy testigo de ese mundo donde no todo era importado, y doy fe. Entonces, DJ era una compañía que nos había
apoyado, pero aparece la posibilidad de trabajar en CBS, que nos ofrecía otra distribución y otra difusión. Para conseguir nuestra libertad, debíamos sacar un disco. Se nos ocurrió hacer uno en vivo y creo que fue uno de los primeros grabados en vivo en Argentina, allá por 1971. En ese momento estábamos trabajando con Carlos Robertone, que según Spinetta era el Rober Buda, porque era muy gordo, con mucha panza y era el que hacía los equipos de sonido. Teníamos unas columnas de cuatro parlantes Lea de 12 pulgadas, industria nacional, en cada costado. Y ese era el sistema de sonido, en donde salía todo, voces, instrumentos, todo por ahí. Robertone tenía un grabador de dos canales y no nos hacíamos demasiado el coco, tocábamos y listo. La idea era grabar presentaciones de una gira nacional, en este caso fue en el Club Estudiantes de Tucumán. También en el Teatro Argentino, en el Coliseo y en Córdoba. Fue una experiencia hermosa, haber grabado en vivo y plasmar esta aventura con elementos de trabajo muy rudimentarios, pero llenos de ilusión y de amor. Así que esto me trae unos recuerdos preciosos. 
R. D.– A veces me preguntó que hubiera pasado si músicos con el talento y la creatividad de entonces, hubiera tenido la tecnología monstruosa que se ha desarrollado hoy. 
R. S.- Hubiéramos tenido un producto, me parece, mejor desde lo técnico, pero no desde lo sentimental. Nosotros poníamos toda la carne al asador, teniendo mucho o poco sonido, salíamos con pasión. Y salía lo que salía. Me acuerdo que habían conseguido unas cuerdas argentinas de poliamida, que la gente de Medina Artigas que las hacía, las había entorchado con poliamida. Entonces Claudio Gabis apareció con la copla de que si con una gillette vos le cortabas la poliamida y se lo sacabas, iban a aparecer las cuerdas que después llamaban super slinky, es decir, las teníamos hechas a mano. 
R. D.- Ahora te voy repetir un nombre, un seudónimo si se quiere, y vos decí lo que se te ocurra: Moris.
R. S.- Uf, maestro total. 
R. D.- Por eso te lo mencionaba. 
R. S.- Sí. La última vez que vi a Moris fue en septiembre del año pasado (2002) en el Festival de La Falda. Estuvimos casi todos los de la primera época, Moris, Pappo, Spinetta, Miguel Cantilo, David Lebón, Pajarito Zaguri y yo con mi banda. Estábamos en las sierras sentados, comiendo contando historias y Alejandro Medina se levanta, señala a Moris y le dice, “éste es mi maestro”. Y entonces Moris muy sólido y bien plantado le responde “¿y por qué?”  Y por haberme enseñado a tocar la guitarra de esa forma, con esos acordes provenientes del jazz. Entonces se pusieron a tocar canciones de tono jazzístico. Y lo reconocen como el maestro de la guitarra de todos estos personajes del rock nacional. Sin embargo, vos lo ves a Moris, y lo ves con una naturalidad y serenidad, con el status que le dan, Los maestros son así. 
C. O.- Es un prócer, un grande. 
R. S.- Tengo otra anécdota que ocurrió en éstos días. 
C. O.- Cuente, cuente. 
R. S.- Fuimos con Gabis, hace cosa de un mes, a una sala a Tablada en pleno Madrid, estábamos por tocar y necesitábamos una sala de ensayo. Entramos, y al darnos vuelta en el salón principal vemos un póster de Moris. O sea, su huella está donde vayamos. Si uno no lo quiere reconocer es por un tema cultural, pero si tenés los ojos abiertos los ves. 
R. D.– Lógico, además, en España si que dejó huella ¿Verdad? 
R.S.- En ese momento en Madrid estaban haciendo un reconocimiento de la primera época del rock en España y estaba entre las figuras justamente Moris. Sacaron un disco que es una antología del rock en España. Y Moris pertenece a la antología del rock español. Ni más ni menos. 
R. D.- Y no es poco.
R. S.- Desde el punto de vista histórico Argentina tiene un peso específico mayor al movimiento español. Yo le pido a los que nos escuchan, que lo estoy diciendo con total honestidad, o sea, no es un arrebato de fanfarronería nacionalista. Porque hemos tenido la suerte de tener en nuestro país, una base musical y una tradición cultural muy sólida. Mientras que en países como España han tenido una decadencia catastrófica durante décadas desde lo artístico. Entonces, nos colocaron en una situación privilegiada, sobre en los años 60 y 70 que no es igualable a otro país de habla castellana. 
C. O.- Vamos a la música, para escuchar “Presente” de Ricardo Soulé, por Vox Dei, y continuamos con más Retratos en la ciudad.
R. D.- Retomamos la charla con nuestro invitado y amigo Ricardo Soulé, preguntándole como ves hoy a la Argentina, respecto a la de las décadas 60 y 70. 
R. S.- Creo que tenemos una personalidad definida en cuanto a la comparación con otras etnias. En el caso de España por ejemplo, es típico que los trabajos de la construcción lo hagan ecuatorianos, colombianos y algunos polacos. Los argentinos en general están vinculados con la faz artística, sea música, cine o teatro. También al deporte, especialmente al fútbol. Es decir, estamos definidos, visto hacia fuera. En cambio, visto hacia adentro, tenemos una problemática muy complicada, que nos va a llevar el tiempo que nos tome, darnos cuenta quienes somos, y porque estamos así. 
R.D.-  Podés explayarte, nos interesa tu opinión.
R. S.- Mirá, los europeos por ejemplo, no pueden entender como estamos tan sumergidos, teniendo una tierra tan rica, con abundancia, de un pueblo tan bonito, con argentinos inteligentes y cultos, estemos como estamos. Esa es una materia que tenemos pendientes con nosotros mismos.
Se nos ha planteado una cuestión existencial de porque estamos así. Porque algunos dicen que es el Mercado Común Europeo, o el FMI, o los delincuentes, o los políticos, pero tenemos una cuestión que no se resuelve. Y la resolución de esto es que vivamos un poco mejor. Que salgamos de una situación dificilísima en lo económico, para la gran mayoría, que se hace extensible a lo cultural, social, la salud y a lo afectivo. Sí, hay una crisis afectiva producto del tire y afloje cotidiano que nos hace olvidar de lo más importante que es el amor. Son cosas a resolver por cada argentino en su corralito, para que después los juntemos y  encontrar un panorama mejor. Yo me declaro incapaz de comprenderlo, pero tengo que resolverlo. Me parece muy injusto. El tiempo pasa y son prácticamente treinta años de declive a nivel país. Y sobre todo están las generaciones nuevas que se encuentran con esta situación. 
R.D.- Los hijos son los que nos preocupan más, y debemos construir algo sólido para ellos. Ojalá se pueda. 
R. S.- Es hora de proponérnoslo. Sin esperar soluciones mágicas. Mirá, yo he visto la Argentina de mis viejos. Era muchísimo más organizada. Pero también tengo que reconocer que era un mundo más organizado. Donde había niveles de respeto hacia el prójimo que se han perdido. Eso trae consecuencias graves. Además, las amenazas con las que vivimos. 
C. O.– Cambio de tema. Hablamos de presentaciones. ¿Con qué repertorio arrancás? 
R. S.- Seguro que con los clásicos, no puedo escapar.
R. D.- Por suerte tenemos clásicos.
C. O.- De esos no zafás.
R. S.- Voy además, con temas míos como solista, que traje de España. Voy a ver si me dejan tocar bastante, hasta donde aguanten.
R. D.- Te fijaste que no hablamos nada de La Biblia. Algo que ya es un clásico charlarlo. Pero ocurre que hay tantas cosas interesantes para charlar con vos, que La Biblia es un tema más, a pesar de que ha sido, para mí, el trabajo conceptual más importante dentro del rock nacional. 
R S.- Si, dentro de los que analizan el rock nacional, lo han colocado como la obra más trascendente. Creo que ha sido la única que la tuvo a través de los años. Y cuando las obras trascienden las épocas, algo pasa. Cuando no, alguna carencia deben tener. 
R.D.- Hubo también  una segunda versión orquestal.
R. S.- Vos decís la del ensamble. 
R.D.– Claro. 
R. S.- Ah sí, sí. Pero esa no fue tan feliz. Fue una cuestión más que nada, de buscar el éxito comercial. Nosotros, en cambio, nos habíamos puesto una meta. Queríamos darle un aire distinto a la música que hasta ese momento se escuchaba. Concebir una música de rock que fuera una obra conceptual. Salir del temita de dos o tres minutos. Ese era un desafío que teníamos delante. 
R. D.- Bueno, vamos despidiéndote Ricardo, por esta noche nada más. Nos vemos pronto si te parece.
C. O.- Guitarra en mano, para escucharte, será un placer. 
R. S.- Preparamos algo para que la gente lo comparta, desde ya un gusto.

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