Homenaje al maestro Manuel Oliveira, artista plástico. Entrevista radial «Retratos en la ciudad»

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«Hay gente que ha nacido vieja. Que a los veinte años actúa como un viejo de espíritu, sin comprometerse, sin jugarse por su idea.  Creo que el hombre cuando envejece acrecienta sus valores. Entonces puede aparecer el sabio.»
Manuel Oliveira

Suena de fondo el “Concierto de Aranjuez”, mientras la voz de Cristina Oller recita:

A Manolo Oliveira” 

“Ahí va Manolo con una sobredosis de arco iris,
en su paleta la luz empolla el estallido
y en su taller oloroso a tabaco y trementina
danzan las formas revoltosas, retorcidas,
alucinadas, como sorprendidas
entre la ternura y el espectro,
sonoras bocas, dilatadas pupilas,
de clandestinos rostros que aparecen
como asomados, a vernos el asombro.
La historia y las premoniciones,
entre centellas de rojos y violetas,
danzan la metáfora humana de las contradicciones:
la procesión de grises marginales,
el azul, que amamanta la esperanza,
el amarillo que congela los fantasmas,
el púrpura de apócrifas bendiciones
y el negro en las gorras de gordos generales.
Un verde, como una tregua,
ansía la paz con supuestos horizontes
y entre espigas y desaparecidos
se amasa el pan amargo de nuestros días,
harina que está leudando rebeliones…
Así, sangrando dolor y primaveras,
Manolo “escarcha” el presente con colores.
Así es el Oliveira, “gallego pintamundos”
que “bailando carbonillas” nos retrata,
que con su voz de “grillo melancólico”…canta.
lo habitan memorias de Hamlet y de Armando
y la belleza, que, cada vez más marginada
ha buscado refugio en el fondo de su casa.”

manueloliveiraMANUEL OLIVIERA: Parece que Cristina tiene siempre la capacidad de impactarme y sorprenderme. Primero por su calidad profesional y por su voz, y luego por éste texto que me conmueve mucho por su altura literaria. Realmente me emociona muchísimo. 

CRISTINA OLLER: Rafael Amor lo escribió en el 2002 para Manuel Oliveira, a propósito de sus 49 años desde la primera exposición. Es un texto que lo pinta muy bien. 
M.O.– Yo me siento pintado de cualquier manera. Me dicen “Manolo”, “el pintorcito” también. 
RICARDO DEBELJUH: La primera pregunta, Manolo, si me permite.
M.O.-  Con mucho gusto. 
R.D.- ¿Se nace artista? 
M.O.- Sí, totalmente. Se hace pintor a través del oficio, del estudio, como cualquier profesión. Pero el artista sabe para que hace las cosas, que es por una necesidad imperiosa que siente, más allá de toda especulación. ¿Entonces hay que decir que se nace no? 
R.D.-  ¿Y se toma dimensión a medida que va avanzando? 
M.O.– Bueno, yo no puedo pensar que siempre se toma dimensión. Recién hace unos años he tomado la dimensión de cierta consideración que tiene la sociedad conmigo. Recuerdo hace varios años, que cuando me decían “Maestro”, me molestaba bastante. Hasta que un día, claro, tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Bueno, recapacité un día, con lo siguiente. A veces dibujando, uno mismo se sorprende, al pintar con una luz o con un clima determinado, o cuando aparece una forma sugestiva y trascendente, digo “está bien soy un maestro” 
R.D.-: ¿Cómo puede sintetizar su historia? 
M.O.-: Creo que es muy simple, ¡Vida! Una sola palabra.

¡Vivir, vivir y vivir intensamente todo lo que me pareció valido! Asumirlo. Esto no significa ser un Tarzán o un Titán, ya que uno aspira a que todo lo que aparezca se asuma, pero lógicamente hay cosas que se pierden o no se asumen correctamente. Uno es humano y no pretendo otra cosa que serlo. Comienza a sonar “Pájaro silueta”, un tema dedicado en 1991 por Tacho Soto al maestro Oliveira, que dibujó la tapa del cassette del músico quilmeño. 

R.D.-: Se me ocurre una pregunta que tal vez nos devele algún secreto: ¿Se expresa más fácil desde la tristeza o desde la alegría? 
M. O.- Buena pregunta esa. Hay una cosa que no se puede negar, pienso en cada hombre. Hay una filosofía de vida en cada artista. Acepto que soy un tipo dramático, con un sentido perceptivo muy intenso, sobre todo, en los problema dolorosos de la vida. Pero tengo buen humor y siguiendo a Sábato, con el que hay una buena amistad, él dice que el arte para ser profundo y trascendente debe contener dolor. Creo que es más perenne en la percepción la cosa fuerte, dolorosa, que algo placentero. 
R.D.-¿Y cuando uno tiene ganas de volcar en una pincelada su sentimiento o una idea, debe sumergirse dentro de uno, o sale de una manera mas a flor de piel? 
M. O.– Creo que el artista, como todo ser humano, aunque quiera disimular su sentimiento hacia un hecho determinado, tiene un gesto que va con él y que no puede ocultarlo. Por ejemplo, cuando el poeta quiere comenzar a escribir, en realidad no sabe exactamente que le va a salir de adentro. Ve esa hoja roja de una planta y quiere escribir sobre ella. Comenzará a jugar con la poesía. Pero casi seguro le aparecerán las vivencias. Estas pueden ser dolorosas o alegres. Yo soy un tipo que no tiene mal humor. Pero soy una persona dramática. Si hay un ser querido que no llega, de inmediato pienso si le habrá pasado algo, siempre estoy con esa. Parece como un medio de defensa propio para perdurar más en la vida. Fui amigo de la muerte desde los 18 años. Tuve por entonces una etapa de querer suicidarme, frustrada felizmente. Pero siempre estuve en esa cosa dramática que no puedo evitar. Que traslado a mis obras, y por eso no son muy vendibles, aunque a veces aparecen imágenes más dulces, más tiernas. Aunque están condicionadas a una filosofía de vida que tiene cada hombre. 
C.O.– Con el placer de contar con su presencia ahora vamos a la música. A deleitarnos con un tema de David Lebón, por Mercedes Sosa: “El tiempo es veloz”.
R.D.– Manuel, mas que una pregunta una reflexión: ¿Argentina, al respecto qué? 
M. O.- ¡Mucho, mucho, mucho, mucho! Uno ama a este país, lo ama realmente. Uno sale del país a veces, y le van bien las cosas con éxito como en Italia. Con reconocimiento de crítica y de gente. Daba para quedarse en Roma, por las obras que se vendieron, por el afecto. Pero, uno tiene ganas de volver pronto. 
R.D.– ¿Qué es lo que más extraña? 
M. O.–  Se extraña todo. La gente, esa misma que a veces a uno le fastidia tanto. Aunque hay que recuperar esa necesidad de crecer. De sentarse con amigos a discutir política, de sociología o fútbol, pero con nivel. Eso creo que se ha ido perdiendo en éstos últimos años. 
C. O.- Quisiera hablar de otro tópico con Manuel que tiene que ver con la amistad, y para ilustrar esto escuchamos a Enrique Llopis y Hamlet Lima Quintana en “Tenerife”…
M. O. – Realmente han sido dos tipos muy generosos. Con los que he compartido comidas y vinos. Y sobre todo charlas filosóficas. Con Enrique, un gran intérprete y con Hamlet, una gran persona y artista de valía. 
R.D.-  Hablando de amistad ¿La gente cambia a través de los años, o se va mostrando de diferente forma? 
M. O.- Mire, he leído con mucho entusiasmo, a un filósofo francés llamado Montaine, durante varios años. El decía que el hombre a los 16 años está formado, va de ahí en más, a cambiar su forma, nunca su contenido. Yo creo que es algo parecido a lo cierto. Uno ve por sus experiencias y por la gente que está al lado, y comienza a reflexionar mucho sobre eso. Ve al hombre en su niñez, dentro de su ámbito familiar, de la escuela, hasta llegar a su adolescencia, libre de especulación mental, sin presiones sociales. Quedando formado para bien o para mal. Hasta llegar a la vejez. En cuanto a mi proceso, creo que he pensado y sentido en esencia,  siempre igual, más allá de los cambios formales. Hay gente que ha nacido vieja. Que a los 20 años actúa como un viejo de espíritu, sin comprometerse, sin jugarse por su idea.  Creo que el hombre cuando envejece acrecienta sus valores. Entonces puede aparecer el sabio. Aquel con quien nos da gusto estar al lado de él. Tengo un vecino que acaba de cumplir 102 años. Fuma sus habanos en la puerta de su casa, lee el diario sin lentes, te saluda, te pregunta, charla de todo. Ese tipo siempre ha sido joven, por haber amado la vida. 
R. D.- Naturalmente. Así es. 
C. O.- Vamos a escuchar un tema de Julio Lacarra, de su trabajo “Retazos”, se titula Dame”. Música de Julio y letra de Mingo Vivot, un poeta platense muy interesante.
M. O.- Estuve en la presentación, y me pareció un poema estupendo, muy bien expresado. 
R. D.- Me da la sensación que cuando alguien  tiene mucho para contar, esto no ha sido nada mas que un primer capítulo. Quisiera, para ir concluyendo preguntarle ¿Qué le gusta de lo cotidiano? 
M. O.- Decir todo lo bello, es definirlo de forma simplista. En cuanto a la música, desde los clásico romántico, lo barroco, hasta lo más avanzado del rock mismo le encuentro algo.

En cuanto a los sabores, los bueno pescados, los buenos vinos. El buen tono de voz de la gente al conversar. No tolero los gritos. Siempre digo si un chico nace en un hogar alemán, hablará alemán. Si nace en una casa donde se grita, no habla, lamentablemente grita. Creo que los padres se pierden esa oportunidad de controlar esa forma de expresión de ellos, para tener una convivencia mucho más linda. 

C. O.– Manuel Oliveira, estos aplausos son para usted, ampliamente merecidos.
R. D.- Gracias por este honor!
Mayo de 2003 
Desgrabación y construcción del texto dialogal para el libro
«Retratos en la Ciudad» y compaginación para el blog
 del Prof. Chalo Agnelli, El Quilmero.
Este libro se puede hallar en la Biblioteca Popular Pedro Goyena bibliotecapopularpedrogoyena@yahoo.com.ar y en la Librería Ramos. (Galería)


Publicado por Blogger para RETRATOS EN LA CIUDAD – ENTREVISTAS RADIALES el 11/26/2014

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